¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 1206
Capitulo 1206
El caliente aliento rozo la oreja de Elia con una peligrosa invasion que parecia advertir de un riesgo cercano
Ela se tensi6 de inmediato, paralizada por el miedo, sus ojos se dilataron y un destello de reconocimiento cruzé su
mirada
Las palabras de Asier le resultaban extrafiamente familiares, acaso no eran las mismas que ella le habia dicho a él anteriormente?
Una vez, tria habia preparado unas deliciosas arepas para Asier y teria que é por cortesia, no las aceptara, dejando su penerosa oferta sin recompensa. “No rechaces el carifio de los nifios, no querras desilusionarlos”, le habia dicho.
Ahora, Asier le devolvia esa trase, y ;como podria ella negarse?
Sin embargo, la situacién era distinta. Si un nifio se sentaba en las piernas de un adulto, se vela como un gesto de carifio tamiliar, tierno y hermoso. Pero Elia, siendo una mujer adulta, sentada en las piernas de Asier... eso sin duda podia penerar todo tipo de rumores y pensamientos indebidos. Ella se sentia incomoda, su cuerpo estaba rigido y sus mejillas ardian de vergtienza. “Deberias tener cuidado con tu pierna“, le record6 con un hilo de voz, consciente de la quemadura que atin no habla sanado completamente en la pierna
de Asier.
“Esta bien”, dijo Asier con voz baja y seductora, apretando su cintura con su mano para acomodarla mejor.
Era como si estuviera abrazando a la pequena Iria, pero en lugar de eso, era Elia quien se encontraba en sus brazos. luciendo tan diminuta y fragil como una nifia en comparacién con la fuerte presencia de Asier.g2
Envuelta en su aroma masculino y siendo sostenida como a una nifia, Elia no podia mas que sonrojarse y respirar con dificultad. Las palabras de Asier no dejaban espacio para la resistencia, y ella no se atrevia a moverse.
A su espalda sentia el torso de Asier, un recordatorio constante del peligro que supondria cualquier movimiento brusco. Si ella provocaba su lado més salvaje, no habia duda de que no escaparia esa noche.
Por lo tanto, por més vergiienza y malestar que sintiera, no tenia mas opcion que quedarse quieta. Al percatarse de la sumisién de Elia, Asier se mostro satisfecho y dirigié su mirada hacia Iria, quien sostenia el teléfono movil y le dijo: “Adelante, toma la foto”.
Iria, con una sonrisa radiante, levanto el teléfono y se alejé un poco. Los otros tres nifios se acercaron también, mirando la pantalla con curiosidad y sus ojos brillantes de interés.
“Mama, si frunces el cefio no te ves bonita, sonrie”, dijo Iria seriamente, sin presionar el botén de captura al ver la expresion de Ella. Alzando sus hermosos y grandes ojos, le recordé que debia mostrar su mejor sonrisa para la foto.
Elia se desconcerto un momento, luego entendié que debia mostrar su lado mas alegre. Forzé una sonrisa mientras el calor de Asier la envolvia y frente a ella, las caritas inocentes y alegres de los nifios le devolvian la mirada.
Entre el temor de despertar al lobo que tenia detras y la dulzura de los nifios frente a ella, su corazon se dividié entre la ansiedad y la ternura.
“Papa, mama ya sonrio, ahora te toca a ti”, insistio Iria.
Ella penso: “Eso es mucho pedir, Iria. Hacer sonreir a tu pap4, con su rostro siempre tan serio y frio, debe ser mas dificil que escalar el cielo”.
Con algo de temor, Elia gir6 la cabeza para mirar a Asier y, para su sorpresa, vio que sus labios se curvaban en una
sonrisa.
Su belleza era abrumadora cuando estaba serio, pero al sonreir, parecia que todo el universo se detenia para contemplarlo.
“Ella, mira la camara“, la voz suave de Iria la sacé de su ensimismamiento.
Ella se sobresaltd, volvid su atencion hacia Iria con el corazon latiendo tan veloz como el de un cervatillo asustado. Solo
habla necesitado una mirada a la sonrisa de Asier para sentir como su corazén perdia el compas.
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