¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 374
Capitulo 374
La puerta de la casita estaba abierta.
Asier entro, la escena que se present6 ante él le hizo sentir un frio que le recorrié todo el cuerpo. Por todo el suelo habia pedazos de ceramica, joyas y piedras preciosas, todo roto en pedazos.
Los cuadros antiguos habian sido rasgados y tirados en el suelo de manera desordenada.
Fabio, que habia venido con Asier, al ver esta escena se asusté hasta el punto de quedarse sin aliento.
Elia estaba parada en medio de la sala, sosteniendo una pieza de cerdmica antigua con curiosidad. Después de observarla durante un par de segundos, se la llevod
a su boca y comenzo a morderla Al no poder morderla, murmuré que no sabia bien y sin dudarlo lanz6 la cerdmica hacia atrés.
El corazén de Fabio casi salt6 de su pecho Corrié para atraparla, pero no lo logré La ceramica cayé al suelo y se rompio6 en pedazos.
Era como si el corazén de Fabio también se hubiera roto en pedazos
Elia, sin embargo, parecia no darse cuenta de nada. Con sus manos frente a ella y saltando sobre sus pies, se adelanté para arrancar otro cuadro antiguo colgado en la pared g2
El corazon de Fabio latia con fuerza de miedo, mir a Asier para ver su reaccion
Lo vio frio y tenso, su rostro apuesto estaba tan oscuro como el cielo en pleno invierno, sus ojos estaban llenos de tormenta.
Asier dio un gran paso adelante y agarro a Elia, haciéndola girar para que le mirara la cara.
Ella cay6 suavemente en sus brazos, sin darse cuenta de que el peligro estaba cerca
Ella llevaba su camisa, las mangas no remangadas, cubriendo sus manos. Con las mangas, rozé ligeramente la cara de Asier, su rostro lleno de una sonrisa encantadora y confusa, su voz adorable y suave: “Querida diosa, has venido a abrazarme, a acompafiarme?
Asier la mir6 con sus ojos profundos y frios, su rostro apuesto se tenso al mirarla en sus brazos. Sus ojos brillaban como diamantes, parecia estar fuera de si
Elia no estaba quieta en ese momento Después de rozar la cara de Asier con su manga, extendio su mano desde la manga. Siempre se habia considerado un corderito al lado de la diosa griega, con sus manos como pequefias patitas de cordero.
Ella rasco la cara de Asier con su “patita”, incluso se puso de puntillas y froté su cara contra la suya, como un conejo coqueteando con su suave y célida piel “Mmm, mi diosa, eres tan hermosa, también quiero abrazarte, ven, dejame darte un abrazo, eres tan bella...
Mientras frotaba su cara contra la de el, también rasco su rostro con su “patita“.
Asier estaba frio, su enojo original estaba alli, pero sus movimientos eran demasiado provocativos. Rozando y rascando su mejilla, su tacto era suave y delicado
Era como si una pata de gato estuviera rascando su corazén. Su garganta se apreto, pero su cuerpo se volvio alin mas frio y opresivo
Al ver esta escena, Fabio comenz6 a sudar frio Asier estaba furioso y Elia todavia lo estaba provocando.
Decir palabras como hermosa y bella a un hombre tan masculino como Asier
Fabio estaba realmente preocupado por Elia
Asier apreto los dientes, agarré su mano inquieta y dijo en voz baja y enojada “Elia, mirame bien, mira quién soy!”
“Diosa, eres muy feroz, el corderito tiene miedo.” Elia dijo balanceando su cintura coquetamente Asier fruncio el cefio, se giro hacia Fabio y pregunté “;Estas seguro de que no comié nada?”
Fabio, aterronizado, respondié con voz temblorosa “No comio nada.
De repente, recordé algo y dijo asustado: “En el patio trasero hay un arbol que tiene hongos, la Srta. Sauri pudo haber estado tan hambrienta que comio hongos crudos y tuvo alucinaciones por envenenamiento
Asier fruncio el cefio mas profundamente, levanté a Elia y salio rdpidamente de la casita con ella Fabio mir los preciosos artefactos antiguos esparcidos por el suelo, motos, rajados y rasgados, y su alma temblo de miedo.
Todos estos eran valiosos artefactos antiguos y ahora estaban todos destruidos.
Asier llev a Elia a la habitacion principal y llamé al Dr Morales.
En la espera de la llegada del Dr. Morales, Elia era inquieta, agarrando constantemente el brazo de Asier, frotandose contra el llamandolo su dios y pidiéndole abrazos
Era pegajosa como una pequefia duende traviesa.
Aunque ella se imaginaba a si misma como un pequefio cordero, Asier estaba muy consciente Ademas, el aroma que despedia su cuerpo, la suavidad de su piel, eran una familiaridad grabada en la sangre de Asier, que agitaba su cuerpo
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