¡Mi hermosa esposa es una ex convicta! Novela
Capítulo 1432

Capítulo 1432

Todo fue porque… ¡la amaba!

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¡La amaba tan profundamente y tanto!

—¡Kyla, te amo! —En ese momento, finalmente dijo las palabras que había estado reprimiendo en el fondo de su corazón.

De repente, Kyla Corbyn dejó de luchar. Se quedó quieta y callada como una muñeca sumisa en sus brazos.

No pudo evitar abrazarla un poco más fuerte.

Era igual que la había tenido en sus brazos en el pasado. “Te amo. Siempre te he amado. Solo que nunca me atreví a admitirlo. ¿Sabes lo preocupado que estaba cuando te clavaste el trozo de vidrio roto en el estómago? Incluso deseé haber sido yo el que resultó herido”.

‘¡Debería haber sabido cuánto la amaba!’

“Kyla, en el pasado el odio me cegó, pero ya no. Daré todo lo que pueda para tratarte bien. Limpiaré tu nombre y te dejaré vivir la vida que quieras. Te daré mi hígado si lo quieres. Si la primera vez no es suficiente, te lo daré una segunda y una tercera vez… ¡hasta que te mejores!”

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¡Él daría su vida por salvarla! Pagaría cualquier precio con tal de salvarla.

Ella se quedó atónita cuando se dio cuenta de que él se había enterado de su enfermedad.

—¿Su hígado? Yo… alguna vez había esperado que quisiera salvarme, ¡pero luego aprendí que nunca debería depositar mis esperanzas en este hombre!

—No te amo. —Una voz fría e indiferente salió suavemente de los brazos de Martin Weiss.

Su cuerpo se puso rígido en un instante. Fue como si hasta su corazón se hubiera detenido.

—Martin Weiss, no te amo. De verdad que ya no te amo. Kyla Corbyn levantó las manos, lo apartó y dio dos pasos hacia atrás.

Sus ojos miraban al hombre que tenía frente a ella con indiferencia. Estaba extrañamente tranquila.

“Después de todo, podrías sacrificar tu supuesto amor por venganza. Y ahora quieres desesperadamente compensarme y admites que me amas de nuevo porque descubriste que fui yo quien te salvó la vida. ¿De qué sirve un amor como el tuyo? Es solo algo con lo que te entretienes”.

Su rostro palideció al instante. “No… No es… No es lo que piensas. No es…”

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Kyla Corbyn dijo con ligereza: “No importa si lo es. Martin Weiss, ¡no me importa ni quiero tu amor! En cuanto a la donación de hígado, no tienes que donármelo solo porque te salvé. Tal vez sea bueno para mí morir sin nada que me pertenezca”.

Para ti. Al menos, no tendríamos nada que ver el uno con el otro, ya sea que yo viva o muera”.

En su estado actual, incluso si recibiera el hígado, sus posibilidades de sobrevivir eran escasas. Probablemente moriría en la mesa de operaciones.

En ese caso, debería pasar sus últimos meses con su amada familia.

Parecía tambalearse. Lo que ella decía era como una mano invisible que lo empujaba sin piedad desde un alto acantilado hacia las profundidades del mismo.

‘Resulta que… ¡no tengo redención!

‘Resulta que está tan disgustada conmigo que, incluso si muere, no quiere tener nada que me pertenezca en ella.

‘¡Resulta que el amor que he estado luchando por reconocer no es nada para ella!

‘¡Lo que ella quiere es no tener nada que ver conmigo, ya sea que esté viva o muerta!

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“¿Pero ella es a quien más amo y a quien más le debo?

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