Nunca Mueren Los Deseos (Sabrina y Fernando) -
Capítulo 607
Capitulo 607
Fernando se fue y nunca más volvió a ver a Gina. John tampoco apareció. Todos estaban listos para enseñarle una lección de que debería dejar de ser mala y arrogante.
Nadie la visitó en el hospital excepto gente de su empresa.
Se sintió sola y desesperada por primera vez.
Sin embargo, lo peor estaba por venir. Su esposo no solo se negó a visitarla en el hospital, sino que también envió a su abogado a llevarle el documento de divorcio a Gina 15 días después de que ella fuera hospitalizada.
Fue un duro golpe para el estado mental de Gina.
No podía creer que su amado esposo se divorciara de ella por su humilde nuera y sus nietos.
Gina se negó a creerlo. Rompió los papeles del divorcio en pedazos.
"¡Ve y dile a John que no me voy a divorciar de él!" Gina gritó. "Si él quería el divorcio, debería hablar conmigo cara a cara. ¿Cuál fue su trato con el envío de un abogado?" pensó.
"Señora Santander, el Sr. Santander está muy ocupado estos días". El abogado hizo una reverencia y se disculpó.
Aunque el Sr. Santander quería el divorcio, sabía que no podía meterse con Gina.
"¿Está ocupado? Su negocio está en el extranjero y su hijo está administrando el negocio nacional. ¿Con qué está ocupado?" Gina no creyó la historia del abogado. Estaba segura de que John la estaba evitando.
-Señora Santander, ese es un asunto privado del señor Santander. No lo sé -dijo muy cortésmente el abogado-.
Inesperadamente, Gina se levantó de la cama y abofeteó a los abogados en la cara. "¿Por qué me mientes por él? ¿Cómo puedes decirme que no lo sabes?"
El abogado retrocedió y se frotó las mejillas rojas. "Señora Santander, realmente no lo sé".
"Bien. Le preguntaré yo mismo." Gina trató de llamar a John y él le colgó de inmediato.
Volvió a llamar y él volvió a colgar.
Gina estaba furiosa. Dejó su teléfono celular y le gritó al abogado: "¿Dónde está él ahora? ¿Por qué no tomó el teléfono?".
"Señora Santander... no tengo ni idea". El abogado estaba asustado por el estado mental inestable de Gina.
Ella se burló y dijo: "¿Estás seguro de que no me lo vas a decir?
"Te arrepentirás." Gina caminó hacia la ventana de la sala. Se quedó en la sala VIP y las ventanas se podían abrir por completo a diferencia de las salas normales. En las salas normales, las ventanas solo se podían abrir hasta cierto punto para evitar el suicidio.
Podía abrir la ventana al máximo.
Los pacientes que permanecieron en las salas VIP nunca intentaron suicidarse.
Gina se sentó junto a la ventana abierta y amenazó al abogado: "Si no me dices dónde puedo encontrar a John, voy a saltar. ¡Tendrás muchas explicaciones que dar para entonces!".
El abogado se quedó sin palabras.
Se estaba volviendo loco.
No tenia más remedio que decirle en este punto.
"Señora Santander, calmese. Bájese de la ventana y le diré...
Gina se agacho y preguntó: "Está bien, ¿dónde está ahora?".
El abogado se ajustó los anteojos y dijo: "El señor Santander está ocupado con el club de café en el que invirtió recientemente. Está en Springfield Road".
Gina lo miró con frialdad y dijo: "Ahora, vete a la mierda“.
El abogado asintió y se fue.
Gina pensó por un momento y llamó a su asistente. Gina le pidió que trajera ropa limpia porque más tarde iría al club de café.
Ahora mismo, en el café club...
John le estaba enseñando a una niña cómo preparar el mejor café.
La medición de los granos, la cocción a fuego lento y el colado tenían que hacerse perfectamente para obtener el mejor olor y sabor de los granos de café. Preparar café era el pasatiempo favorito de John.
Por eso abrió un club de café. Si él y Gina estuvieran divorciados, no tendría que llevar a Gina a Selolia. Podía quedarse y disfrutar de una vida sin preocupaciones con sus nietos. Aunque en sus 50 años, John parecía muy joven para su edad porque hacía ejercicio y usaba cosméticos.
La joven lo observaba obsesiva y con admiración cuando él le enseñaba la forma de hacer café. Estaba tan concentrado que no se dio cuenta. Sin embargo, cuando Gina apareció en la puerta, vio todo. Se paró en la entrada de la cafetería y miró enojada a la joven que golpeaba a su esposo.
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